Luna en Capricornio es la tercera luna en el elemento de Tierra que hemos visto hasta ahora. Ciertamente, el elemento donde se encuentre la Luna es fundamental para entender la energía de este planeta, nuestra luminaria nocturna.

Capricornio es un signo que nos habla de responsabilidad, de metas, de logros, del deber; por lo tanto, una persona que tenga Luna en Capricornio en su Carta Natal, está cargada de exigencias y deberes porque cree firmemente que es lo que tiene que hacer.

La Luna nos hace dependientes de algo o de alguien; pues bien, tener a Luna en Capricornio nos hace tener muchas obligaciones porque pensamos que así nos amarán más. Nos ponemos al servicio al igual que la Luna en tierra de Virgo, pero con un gran nivel de exigencia.

Tener Luna en Capricornio no nos permite disfrutar de la vida. Tenemos que atender a la familia, al negocio, al vecino, a mil cosas, pero no a nuestra persona que es lo más importante.

¿Qué sucede entonces? Que el nivel de tristeza interior es enorme, sin embargo, el deber está por encima de todo, así que es algo que se oculta, se disimula, no sale al exterior.

En cierta manera, tanto si Luna en Capricornio está en la carta de un hombre como de una mujer, la actitud es hacia el control de las situaciones, especialmente si tienen que ver con el estatus social, las metas y los logros personales. Se actúa como “un padre” dirigiendo los movimientos que llevan al triunfo. Puede recordar a la Luna en Escorpio, más bien manipuladora, pero no es la intención, sino trabajar y sostener para que los demás consigan sus objetivos. Por lo tanto, es una Luna sacrificada, pero que disfruta con ver lo que se ha conseguido con su colaboración.

Luna en Capricornio da una personalidad más bien seria y reservada desde la niñez, con un nivel de madurez increíble para un niño/a. Por lo general, se saben sostener solos, no necesitan a nadie y esta actitud deriva en un distanciamiento de sus seres queridos más cercanos que más adelante le pasará factura, ya que pensarán que no son amados. Es como la pescadilla que se muerde la cola.

Lola Juan