Si buscamos una imagen como símbolo del Ascendente en Capricornio, esa es la montaña que se yergue majestuosa, solitaria y atemporal. El impulso de alcanzar su cima, de llegar al límite más allá del cual no se puede seguir es casi irresistible; por eso es sinónimo de logro y culminación. Una montaña es una estructura segura, firme, sólida y duradera, perfecta. Gracias a su inmovilidad, permite que todo lo demás pueda moverse y cambiar.

Cuando llegamos a Capricornio, el viaje ha terminado, la esencia o ley se ha hecho explícita. Hemos llegado al límite. Entre Sagitario y Capricornio tiene lugar un salto de plano difícil de comprender. Es como apartarse de la llanura y ascender a la montaña, esto requiere esfuerzo y comprensión. Desde la amplitud de movimiento propia de lo expansivo pasamos a estar en la cima de la montaña, inmóviles, abarcando la totalidad. La vitalidad de Sagitario se desvanece ante la frialdad de Capricornio.Como cada Ascendente, la primera reacción es la negación al cambio.

Desde un punto de vista psicológico representa un desafío y resulta un  misterio que lleva a la contradicción. Se produce una cierta cristalización, rigidez, abstracción y pérdida de sensibilidad que se traduce en un sentido extremo de autoridad tanto interna como externa. Esto lleva a fortalecer demasiado la voluntad, a atenerse a modelos de conducta estrictos y a realizar juicios implacables de sí mismo y de los demás. Se pierde toda la espontaneidad que esconde un profundo temor a lo desconocido.

Como ya hemos visto en otros Ascendentes, sólo a través de una trama de vínculos y acontecimientos que nos harán de espejo, tomaremos conciencia de esta energía y comprensión. La persona se verá envuelta en una energía lenta, concentrada, que excluye las variaciones o experimentos y es rigurosa. Por lo tanto, ya desde la infancia el Ascendente en Capricornio se encuentra con personas de gran autoridad y, aunque nazca en un ambiente de abundancia, vivirá experiencias rigurosas teniéndose que hacer cargo de responsabilidades excesivas para su edad.

De una u otra manera, cada vez que comienza algo, las exigencias serán enormes. Todo parecerá complicarse y hacerse difícil y aquellos que deberían ayudarle, misteriosamente desaparecen; más tarde comprenderá que nadie le sostiene si no que tendrá que sostener a otros. Tendrá que aprender a postergar sus deseos inmediatos ante las responsabilidades que se verá obligada a contraer y, en general, las cosas no se presentarán fáciles desde un principio ni se las podrá terminar con rapidez.

A lo largo de su vida el Ascendente en Capricornio deberá perseverar en direcciones que no ofrezcan ninguna gratificación por mucho tiempo antes de alcanzar los resultados anhelados. En ningún caso podrá librarse de la ley antes de haberla comprendido, dado que sólo es reflejo de su particular mundo interno. Sólo después de un arduo trabajo sobre sí misma, la persona podrá borrar esa mirada crítica que le exige concentrar todas sus energías en alcanzar grandes exigencias ya desde la niñez. Ser capaz de sostenerse en la vida es uno de sus aprendizajes.   

El niño/a deberá crecer inmerso en la cualidad del límite y por ello la primera evidencia es ver frustrado el anhelo de un vínculo satisfactorio con el padre. Puede que se trate de un padre idealizado y aparentemente maravilloso, pero por alguna razón, distante, que haya desaparecido, que sea muy rígido o autoritario, poco espontáneo, ausente o incluso irresponsable. También la imagen paterna puede construirse a partir de la fuerte presencia de una madre exageradamente ligada con su línea masculina.

Es habitual que en el caso de las mujeres, se vean forzadas a ejercer la función paterna y, no pocas veces, deban volver a enfrentar la experiencia vivida con su padre a través del vínculo con el padre de sus hijos.En algunos casos puede haber una demora en tener hijos por un exceso de responsabilidad. Si se retrasa en exceso, pueden ocurrir otras situaciones como tener que cuidar los hijos de otro, enviudar, etc.Cuando encuentran el equilibrio entre la crianza de los hijos y la relación con el padre, obtendrán un nivel de madurez y libertad que ningún ascenso a la montaña podría darles.

Lola Juan