Escorpio contiene la energía que ha de enfrentarse a todo lo que la conciencia niega, es decir, el dolor, la muerte, el instinto, la vida, el inconsciente, las sombras, lo desconocido, las crisis, lo misterioso, lo que no puede ser comprendido ni explicado.

Ni que decir tienen que es un signo que genera muchísima energía y vitalidad en las personas. Les  gusta vivir intensamente y profundizar en las cosas. Aman el poder y les atraen los temas más extraños y misteriosos.

Esta energía se caracteriza por su fuerte instintiva y tendencia a impulsos violentos. Su fuerza inconsciente es a menudo demasiado potente para ser controlada y se revela de forma desordenada provocando profundas angustias existenciales. El sentido de la vida y de la muerte está estrechamente ligado.

La energía agresiva escorpiana se extiende también al campo mental e intelectual, de tal manera que a menudo la inteligencia es agudísima, anticonformista y revolucionaria. Al contrario que su apuesto Tauro que es tranquilo, Escorpio ama el riesgo. Suele dar personas con mucho magnetismo, mucha capacidad de decisión y muy activas. Son personas que se alejan un poco y miran, por lo que las reconoceremos por la mirada, muy penetrante. Observar y sentir al mismo tiempo es una cualidad potencial y profunda de Escorpio.

A Escorpio le encanta investigar sobre el alma humana y sus propios misterios, todo esto le llevará irremediablemente a convertirse en un gran sanador. Se dará cuenta que tras un inmenso dolor se producirá una gran transformación y por tanto una sanación. Es lógico pensar que entre el gremio sanitario de médicos, cirujanos, psiquiatras, psicólogos, oncólogos, enfermeros, por citar algunos, se encuentren muchos escorpianos porque conocen el dolor y saben sanarlo.

Cuando ese dolor es sanado se produce un aprendizaje debido a la experiencia del sufrimiento que evoluciona en una gran liberación personal.

Lola Juan