La energía sagitariana nos habla de expansión, de confianza, de fe en la vida, de la búsqueda de un propósito, de un sentido, de nuestra verdad.

Por otra parte, el signo de Sagitario está asociado a nuestras creencias, especialmente las religiosas.

En ambos casos, la herida de Quirón en Sagitario se manifiesta muy dolorosa, porque existe esa falta de sentido y orientación hacia un fin; nuestro pensamiento se vuelve limitado, no es expansivo, no crece, no va más allá de lo concreto y cercano en lugar de expandir nuestras fronteras.

¿Por qué sucede esto? Ciertamente, existen patrones muy limitantes que proceden de la infancia, de nuestra educación. En ocasiones, nos podemos sentir torpes, lo que incrementa nuestro dolor y falta de valor personal. Como ejemplo muy claro de este arquetipo recordemos el cuento Jorge Bucay del elefante encadenado. Un animal tan poderoso no podía deshacerse de sus cadenas porque cuando era chico no tenía fuerza para hacerlo, entonces con el tiempo se rindió y ya de grande todavía creía que no podía; es lo que había aprendido desde pequeño, a estar encadenado, no conocía otra cosa.

Por tanto, desde un Quirón en Sagitario en la Carta Natal no nos atrevemos a salir de aventura, a viajar, a salir al extranjero, a aprender nuevos idiomas, nuevas culturas y filosofías, otras personas diferentes, con tradiciones distintas y a enriquecernos con todo lo que nos puede aportar la diversidad.

Realmente, un Quirón en Sagitario inconsciente puede volver nuestra vida más pobre, por ello, hemos de enfrentar este velo y traspasarlo y comprobar que, en realidad, es una ilusión, no es la verdadera realidad.

Si no creemos en nada en la vida, también nos volveremos desconfiados y esto es germen de dolor nuevamente. Si en la infancia nos han hecho daño, esta impronta dejará una huella en nuestra psique de la que tardaremos mucho en deshacernos.

Las personas con Quirón en Sagitario tienen que trabajar la confianza en sí mismas, reconocer su valor desde el amor que son, conseguir un sistema de creencias propio y lograr tener un sentido en la vida que les nutra de fe y optimismo para encarar una realidad más expansiva y compartida.